Octubre permanente

Iglesia quemada en conmemoración del 18-O. Octubre 2020.

El 18 de octubre (18-O) vino a poner en jaque a todas las estructuras de poder existentes. Ya es sabido que cuando miles de personas salen de forma consecuente a las calles, es la política completa la que se vuelve añeja. Cabe destacar que, ni una reciente coalición política como el Frente Amplio, conformada por muchos jóvenes que vivieron su periodo estudiantil bajo largas tomas y paros universitarios, fue capaz de estar a la altura de la insurrección. El caso más cercano, quizás, vendría siendo el movimiento de los indignados 15-M en España -que además influyo en las movilizaciones estudiantiles del año 2011 en nuestro país-, que se caracterizó, entre otras cosas, por peticiones como una democracia pujante con mayor representatividad ciudadana lejos del bipartidismo. Recordar los eslóganes: «No somos marionetas en manos de políticos y banqueros» ​ o «Democracia real ¡YA! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros»[1]. Frases muy repetidas en nuestro 18-O.

Con relación a las causas y consecuencias del estallido ya se ha escrito un océano de tinta. Ante lo cual, dicen algunos, no queda más que reprochar a la clase política de la Transición por negarse a hacer las reformas estructurales que necesitaba el país. A mi parecer, criticas que apuntan y algunas con razón, a lo que fue la Concertación y los partidos de la Alianza. El primero, por embriagarse del modelo y hacer reformas bajo lo posible pero siempre dentro de la institucionalidad vigente y, el segundo, por conformarse con lograr cierto porcentaje ínfimo dentro del parlamento que sirviera únicamente de impedimento de cara a la agenda progresista de la izquierda. Todo esto, qué duda cabe, dentro del legado de la dictadura militar, en donde destaca el Camino Político[2] de Jaime Guzmán en la Constitución y las reformas económicas[3] implantadas en contra de las políticas de la CEPAL que influenciaba a Latinoamérica. Lo anterior iba a darle a Chile un crecimiento económico exponencial, que incluso se conoció como el milagro chileno entre los años 1985 y 1998.  Aquí sería bueno resaltar, como diría el profesor Alfredo Jocelyn Holt en alguna entrevista: «Dejémonos de hablar de dictaduras buenas o malas, hablemos mejor de dictaduras exitosas o fracasadas, porque lo que nosotros tuvimos, y esto sí que es real, nos guste o no, lo que nosotros tuvimos fue una dictadura exitosa, algo que explica muchas cosas. Y entonces la izquierda dice: si les fue bien a ellos, ¿por qué no nos va a ir bien a nosotros? Todo bajo un sectarismo brutal».

Ante la situación vivida los últimos meses de 2019, la elite intelectual no puede hacer más que reflexionar el malestar de aquellos que si creen en la negociación política -los grupos nihilistas y anarquista quedan excluidos de cualquier tipo de pacto-. De forma personal, pienso que el mayor problema que sufrimos como república se resume en una decadencia moral que ha degenerado a las personas y, en consecuencia, a las instituciones de manera general. Las personas en cuanto a que el espacio político y económico se ha concentrado en manos de unos pocos y las instituciones, especialmente el Congreso y las universidades, las cuales han declinado en sus respectivas labores. Desanima ver que los dos inventos más importantes en el siglo XIX chileno, la Universidad de Chile y el edificio legislativo, estén hoy en su peor crisis. El caso de los establecimientos académicos debe ser visto de una forma particular, no excluyendo a los encapuchados y asambleístas los cuales son parte de la universidad decadente. Pensemos en un momento, por ejemplo, en la institución universitaria de la Edad Media y los debates que se produjeron en el siglo XII europeo con ocasión de la llegada de las obras de Aristóteles al Occidente latino. La cuestión discutida era: ¿resulta compatible la ciencia, representada por Aristóteles, con la fe, expresada en la Biblia? Otro tanto podría decirse de la contribución de la Universidad de Salamanca en el siglo XVI al tema del carácter personal de los habitantes del recién descubierto Nuevo Mundo. En la civilización actual, la academia no está a la altura de un debate de ese calibre y ni aun les interesa, más allá de los papers y revistas indexadas que vendrían siendo la fuente de toda importancia debido a la credibilidad y competencia del establecimiento. Si, aquí no solo los alumnos son los culpables del decaimiento.

Se podría seguir pensando el malestar en términos de desigualdad (ingreso o individuos de cara a la ley), la falta de empatía de las administradoras de fondos de pensiones que siempre se preocuparon más de aumentar sus utilidades en vez de otorgar buenas pensiones, las miles de denuncias que tienen las ISAPRES debido al alza injustificada de los precios, la falta de calidad en la salud y educación a pesar del aumento en la inyección de recursos, los monopolios y grandes empresas que abusan consecuentemente en el tiempo en términos de colusión y problemas ambientales, la concepción de los invisibles dentro de una sociedad, el desapego de las elites y su discurso meritocrático, el barrio, la ciudad, etc. Con relación a estos temas, recomiendo leer el libro del profesor Joaquín García Huidobro publicado con ocasión del 18-O llamado “Comunidad: la palabra que falta”.  

Entre las muchas peticiones de la ciudadanía, se levantó una que es de carácter personal en cierto sector político que no precisamente deviene de las masas: cambiar la constitución “neoliberal” de 1980. Digo personal porque si uno mira las encuestas de antes del estallido social, jamás estuvo entre las demandas de la gente un cambio de raíz en la actual constitución, pero poco a poco la idea fue tomando fuerza hasta que se divulgó de manera radical en medio de un ambiente de violencia que asombraba al mundo. Idea que, finalmente, se materializó con el histórico “Acuerdo por la Paz Social y nueva Constitución”[4] que fue un llamado de negociación del presidente Sebastian Piñera y que fue firmado por un amplio espectro de partidos políticos de oficialismo y oposición -con excepción de PC- luego de largas horas de negociación. ¿Cuál era el punto más importante de este Acuerdo? Precisamente, reformar el capítulo XV de la constitución que habilite un plebiscito o consulta ciudadana mediante dos preguntas: ¿Quiere usted una nueva constitución? Y ¿qué tipo de órgano debiera redactarla? Las especificaciones legislativas de este proceso las llevó a cabo la Mesa Técnica Constituyente[5] encargada de modificar la Carta Magna y fijar las normas por la cual se regirá el proceso[6].

A pesar de la materialización de las demandas a través del simbólico cambio a la constitución la violencia no ha cesado si no fuese por las serias restricciones que el país ha tomado a causa del covid, pero basta ver que, así como las limitaciones con ocasión de la pandemia se van levantando, las calles se vuelven a convertir en trincheras de combate. Sería bueno recordar los disturbios antes del 18-O que empezaron en el Instituto Nacional[7], los casos de terrorismo en La Araucanía y, por qué no, la normalización de bandas narcos por todo el país y que se vieron desatadas en el estallido.  Lo cierto es que, a pesar de que la demanda que se popularizó está siendo atendida por la ciudadanía y la clase política, se ha instalado en Chile un ambiente criminal del cual costara mucho salir.


[1] https://web.archive.org/web/20110520210745/http://www.democraciarealya.es/

[2] Camino Político, Revista Realidad: https://archivojaimeguzman.cl/uploads/r/archivo-jaime-guzman-e-3/5/e/5/5e5a5eee5a4517203e32d80fc661c712275e0858b0d9d26ec7c689c52bb56968/RR.1.7.01.pdf

[3] El ladrillo postuló la apertura del mercado interno, aranceles bajos y uniformes, el fin de los controles de precios y de los subsidios, etc.

[4] https://www.senado.cl/logran-historico-acuerdo-para-nueva-constitucion-participacion/senado/2019-11-14/134609.html

[5] https://www.bcn.cl/procesoconstituyente/detalle_cronograma?id=f_cronograma-2

[6] https://www.senado.cl/capitulo-xv-reforma-de-la-constitucion/senado/2012-01-16/110209.html

[7] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-49192565

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