Civilización sin alma


Soy ateo, pero estoy alarmado de una comunidad sin fe y de la abolición de la verdad donde el concepto mismo de alma ya no exista. Aterrado estoy de que desaparezca la idea de la conciencia: el Dios padre del antiguo relato bíblico. O quizás, el factum de Kant o el motor inmóvil de Hegel, en definitiva, el idealismo metafísico. Han desaparecido los rituales, la liturgia, la tradición, las viejas formas y los vínculos espirituales que nos legitimaban, como diría Kierkegaard: «Toda la época se nos aparece tragicómica: trágica porque sombría, cómica porque aún subsiste». Mientras prima la razón, ¡el asalto a la razón! Armadura del irracionalismo en el sentido materialista de la palabra. Me atrevo a decir, al estilo de Barnes: «No creo en Dios, pero le echo de menos».

Nietzsche, frenético y loco, decía que Dios estaba desangrado bajo el cuchillo de los muchos. ¡El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajos nuestros cuchillos! Esto, evidentemente, era la muerte no literal del Todopoderoso. Pero, ¿no son las discusiones de Dios mucho más antiguas que mil veces los años del filósofo alemán y toda su efímera filosofía? ¿No es la moral cristiana la más auténtica y genuina a pesar de que los descreídos nos hagan pensar lo contrario? Pensamiento actual: hedonismo y nihilismo sin horizonte definido.

El mundo moderno grita: «Miradme, oídme, pon atención a lo feliz e infeliz que puedo ser, además de mi capacidad de amar y odiar. Mirad mis riquezas, ved cuanto poseo». Todo esto, en un horrendo espectáculo del individuo basado en la idea del sujeto soberano. Nihil novum sub sole.

Inventamos multitud dioses y no dejamos que ninguno de ellos nos hable. Oriente no deja de clamar a sus muchos dioses de manera perenne. Occidente, al contrario, se arma y desarma mil veces sobre el individuo, como si del mito de Sísifo se tratase.

Se ha acabado el todo para ofrecerlo a la nada, ¿alguien recuerda acá el primer debate serio entre el paganismo de Celso y el cristianismo de Orígenes? ¿O aquella discusión relevante de que si Aristóteles podía ser leído en la Edad Media? Mientras se derrumba todo, absurdo les es escuchar: Yo sigo al Apóstol Pablo. Yo creo en la democracia de Pericles. Yo soy férreamente tomista.

Algunos quieren reescribir la historia a su propio antojo. ¿Reescribir? como si hemos escrito algo, ¿han oído que el templo la Sagrada Familia empezó a construirse el siglo XIX y aun en pleno siglo XXI no logra ser terminado? ¿No era el libre mercado y la democracia los triunfadores del siglo XX y hoy esa tesis se derrumba? ¿No fue la primera guerra de tipo nacionalista-territorial y hoy vuelve el mundo a esas antiguas prácticas, pero con nuevas técnicas? ¿No conquistó el islam parte de Europa y hoy le añora como un niño al seno de su madre? ¿No se desea por parte de algunos que los judíos vuelvan a ser errantes a pesar de los dos milenios y su culminación en Auschwitz​? Es francamente absurdo, quieren escribir una nueva historia en medio de esta historia inconclusa. Sin estándar, sin moral, sin ética, sin conceptos, sin ciencia. Si por subyugar a los pueblos echamos abajo las estatuas y monumentos, esta sería la hora en que no quede ni una piedra erguida en el mundo completo. ¿No saben que recordando la historia se avanza con cautela? ¡Crisis de hombres!

Solía decirse, la Grecia de Sócrates o Platón, la Italia de Dante, la Francia de Voltaire o de Víctor Hugo, la España de Cervantes o Unamuno, la Alemania de Lutero o Hitler, la patria de Bolívar. ¿Cristóbal Colón no valía más que toda la historia de Génova? ¿Napoleón sólo no vale más que toda la historia de la Córcega? Falta un alma, siquiera un espíritu. Un humanismo en crisis. ¡Ojalá se multiplicasen los poetas y sus frases llenas de angustia y dolor al igual que Jeremías viendo a la pobre Jerusalén devastada con sus muros caído y ciudadanos amorales!

Decía el gran Vicente Huidobro, a quien no puedo sino defender cuando se dice que en Latinoamérica nunca ha habido hombres sino hombrinos: Necesitamos un alma.

Cuanto desease yo creyente sin serlo que el cristianismo lejos del relato muerto vuelva a darnos las respuestas, al igual que aquel hombre llamado Palabra de Dios que pisó tierra el siglo primero. El humanismo cristiano está en crisis, si no es por Aristóteles y Platón en los escolásticos lo es por los protestantes que miran hacia el pasado y exclaman: ¡Nueva Inglaterra, Escocia, Reino Unido!

El medico no hace mas que constatar de manera cuidadosa y visible la enfermedad de su paciente. De la misma forma es notorio ver una sociedad camino hacia la nada si ya no esta predeterminada por su religión ancestral. Aquella sentó las bases, puso los limites que hoy se derrumban e intento dar conducción con sus virtudes y defectos. Sin embargo, ¿qué tiene para ofrecer el estructuralismo de Leví-Strauss, Lacan, Derrida, Foucault y Althusser al mundo contemporáneo? No otra cosa que el precipicio a la nada. ¡Ganamos la cultura, pero perdimos el alma!

Por eso es que toda nuestra insignificancia se resuelve en unas breves frases: «Falta en la conducción del alma. Pobreza espiritual. Indigencia trascendental».

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