Nietzsche: El Anticristo
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Retrato de Nietzsche en el curso de su enfermedad |
Nietzsche es el alemán anti alemán moderno. Ni Marx, con todos sus escritos, logró despreciar tanto a su etnia como el filósofo lo hizo a su lengua. Kant, Leibniz y Lutero, con toda su historia e intelecto, fueron para el filósofo nada más que el impedimento de Alemania. También Schopenhauer, con todo su empeño por distinguirse de la corriente alemana estimó, según Nietzsche, romper con la estirpe idealista dominante. La filosofía toda estaba muerta hasta él. Ningún otro filosofo de Occidente habló en un idioma tan alto como el filólogo y en algo más que aforismos. Si con Marx la filosofía se volcaba a la praxis (Tesis sobre Feuerbach), con Nietzsche la filosofía resurgía y se elevaba a lo más alto.
¿Qué representaba Nietzsche? Un alma elevada. ¿Que pretendía? Dar muerte a la superestructura filosófica. ¿Mediante cual método? Mediante su Zaratustra. La transvaloración de todos los valores otrora. ¿Cuál era su impedimento? El viejo ideal, representado por Sócrates, Platón y más tarde el cristianismo, proveniente del judaísmo, predicado por el Apóstol Pablo y los Padres de la Iglesia, además de toda la teología medieval y el protestantismo. Este último que, bajo sus palabras, vino a arruinar al hombre renacentista, a quien, por cierto, sí admiraba. San Agustín y los Padres de la Iglesia, quienes (para el) representaba los "no-hombres" que han llenado este mundo de los "no-valores", "no-ideales” no eran más que el impedimento de Occidente. Todos decadentes, es decir, un ideal (todo lo que se conoce hasta hoy) en decadencia, sin fuerza motriz de sustento, completamente muerto. El ocaso de los ídolos. El filosofar a martillazos.
El cristianismo es más o menos entendible en la gente actual. Sin embargo, hablar de Nietzsche a los simples no tendría sentido. ¿Como definir a Nietzsche? Puede ser algo complejo, pero un par de palabras bastan: lo más opuesto al cristianismo o, siendo más directo, al Nazareno. Si el cristianismo es la tesis, el filósofo es su negación. Su antítesis. Su último libro antes de terminar en el manicomio (Ecce Homo) lo termina contraproducente: «¿Se me ha comprendido? Dioniso contra el Crucificado» Si Jesús predica la paz, Nietzsche la guerra. Si Jesús predica la compasión hacia los débiles, Nietzsche espera la destrucción de los débiles, es más, a los débiles y fracasados (dice) hay que ayudarles a perecer, ya que es la primera proposición de amor hacia los hombres. Si Jesús predica el pecado y la redención, Nietzsche predica la no culpabilidad del hombre y su voluntad de poder. ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es lo malo? ¿Qué es lo bello? Todas estas preguntas se contestan lo más opuesto al ideal cristiano. El alemán era un anticristiano, el cual declara abiertamente la guerra a los sacerdotes, teólogos e idealistas en general:
“Yo declaro la guerra a este instinto de teólogos: dondequiera encontramos sus huellas. El que en su cuerpo tiene sangre de teólogo, tiene a priori una posición oblicua y deshonesta frente a las cosas. El pathos que de aquél se desarrolla se llama fe: que es un cerrar los ojos ante sí una vez para siempre, para no padecer el aspecto de una insanable falsedad (…)
Yo exhumo dondequiera el instinto teológico; es la forma más difundida y realmente más subterránea de falsedad que existe en la tierra. Lo que un teólogo siente como verdadero debe ser falso: en esto hay casi un criterio de verdad…” (Nietzsche,1895).
Además, dice, como Engels de los Países Bajos, que toda la filosofía alemana está embarrada de teología, y que las tesis de Kant no son más que de la misma sucia estirpe. Nietzsche consideraba debilidad en el cristianismo y eso era lo más opuesto a su Zaratustra, el libro para todos y para nadie, que pretende cambiar al hombre y al mundo.
El superhombre nietzscheano está opacado por la idea moral dominante desde la cristianización del Imperio Romano, el cual, incluso da muerte a los valores más esplendidos del renacimiento de la antigua Roma y Grecia con todas sus virtudes: las matemáticas, el arte, las ciencias, astronomía, etc. La moral cristiana limita al hombre, limita la voluntad de poder, culpa al hombre y sus distintas practicas le hacen así producir frustración.
El hombre, en cambio, debe ser un espíritu libre, sin culpabilidad, la culpabilidad no eleva al hombre, Nietzsche pretende elevarlo. Con la muerte del cristianismo y todos sus valores se pretende la transmutación de los valores hacia una nueva conducta normativa que subleve al hombre a lo más alto y, para eso, hay que navegar por los aires más pesados y fríos de su filosofía.
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