Política económica y detractores
Zorobabel Rodríguez fue un intelectual liberal chileno. |
Gradualidad, focalización, responsabilidad fiscal. Estos parecen ser los últimos términos que causan pánico entre la población, pero con mayor frecuencia entre los más férreos opositores de la economía política representada por el libre mercado, es decir, la administración del capitalismo en como lo entendemos desde el siglo XXI.
Sería ilógico creer que lo dicho anteriormente es algo nuevo. Al contrario, desde la Revolución Francesa de 1789 —y con seguridad desde mucho antes— han existido divergencias en eso que llamamos las «formas de la economía» y que, al parecer, aun en estos tiempos, no logra un consenso definido. La disputa no tan lejana podría ser entre fisiócratas y mercantilistas, liberales y conservadores, por mencionar a algunos.
Las divergencias teóricas entre las formas de administración de la riqueza, el Estado y la sociedad civil, me hacen recordar a un libro de Jean Gustave Courcelle-Seneuil —lector de John Stuart Mill y Adam Smith, maestro de la escuela liberal en Chile y quien participó en la creación de la política económica de la naciente República en el siglo XIX— llamado "Libertad y socialismo" prologado por el historiador Alfredo Jocelyn-Holt. Fragmentos de este tomo me hacen ver que el rechazo (más que disputas) por los principios económicos no es para nada reciente entre los entendidos. Este libro se desarrolla en un contexto posterior a la caída del Antiguo Régimen en donde se estaban llevando a cabo las reformas estructurales del país en todo ámbito, principalmente el económico y la distribución del poder. Un punto importante fue la denominada ley de contrato y trabajo, debates que se daban en aquella Asamblea Constituyente francesa.
Son como Moisés dictando sus leyes a la multitud, proscribiendo a quienes duden de ellos y se atreven a discutirlos, y pretenden imponer su autoridad por medio de la autoridad.
Respecto a los reformadores a favor del Nuevo Régimen, los cuales buscaban imponer una igualdad de condiciones elevando a los pobres y rebajando a los opresores, Courcelle-Seneuil nos dice lo siguiente a pocas palabras de empezar su libro:
Estos reformadores, menos ingenuos que los otros, apenas presentan planes de conjunto, y sus propuestas de reforma son ordinariamente parciales y bastante oscuras. Prefieren la crítica, en la que se distinguen por su tono alto y arrogante, y por la amargura rencorosa de su lenguaje. Nunca dudan, nunca buscan, no hay ningún teólogo más taxativo, ni militar, que de ordenes en un tono más absoluto que ellos. Son como Moisés dictando sus leyes a la multitud, proscribiendo a quienes duden de ellos y se atreven a discutirlos, y pretenden imponer su autoridad por medio de la autoridad, como les han enseñado que se imponía uno hace tres mil o cuatro mil años (Courcelle-Seneuil, 1868, p.42).
Es increíble la semejanza de este párrafo con nuestro mundo actual, sobre todo en esas discusiones antiguas de que si «libre mercado», «proteccionismo» o «economía incrustada» o «desincrustada» en los términos de Polanyi, a pesar de los siglos de distancias que nos separan. Puede que les parezca parecida y divertida la discusión, es por eso que se debe citar otros fragmentos de manera literal, en esta ocasión demostrando como los revolucionarios rechazan la ciencia económica de manera literal:
Ni se les ocurra hablarles de economía política. La aborrecen. Se limitan a calificarla de inglesa, lo que ciertamente no es una injuria, pero es algo que a los ojos de ciertas personas claramente es un título impopular. También les gusta calificarlas de aristocrática, añadiendo con esto que la aristocracia es el comando de una conspiración de satisfechos y partidarios de todos los abusos, y la enemiga de todas las reformas (Courcelle-Seneuil, 1868, p.43).
Estas aserciones, de más está decir, son pueriles y contrarias a la verdad. Aun cuando la economía política venga de Inglaterra, convendría aceptarla, al igual que hemos aceptado la gravedad y tantas otras verdades descubiertas por nuestros vecinos. Pero precisamente Quesnay y Turgot, que han fundado la economía política, eran franceses (Courcelle-Seneuil, 1868, p.43).
De lo anterior queda siempre la misma duda, ¿por qué se aceptan ciertas leyes científicas como la gravedad y no principios económicos que a estas alturas parecen estar más que comprobados? Cualquiera de nuestros burócratas por cierto que no están dispuestos a lanzarse desde el décimo piso de un edificio, pero sí de violar los principios de la economía una y otra vez. Como si esta no tuviese principios fundamentales básicos por la cual regirse.
Para contestar lo anterior, —refutarán—, habría que pensar qué es la economía y a cuál tipo de ciencia pertenece, debido a que no es una ciencia exacta y sus interpretaciones suelen ser variadas y de muy distintas visiones a lo largo de la historia. Es más, ¿es la economía una «ciencia» o lo que entendemos por este concepto? Esta pregunta se hace Schumpeter y la intenta responder al comienzo de aquel notable libro denominado “Historia del análisis económico”, veamos:
La respuesta a la pregunta del rótulo depende, como es natural, de lo que entendamos por ‘ciencia’. En el hablar cotidiano y en la jerga de la vida académica —sobre todo en países de lengua francesa e inglesa— el término se usa a menudo denotando la física matemática. Esto excluye, como es evidente, todas las ciencias sociales y por lo tanto también la economía. Tampoco resulta ser una ciencia el conjunto de la economía si consideramos característica definitoria (definiens) de la ciencia el uso de métodos análogos a los de la física matemática. En este caso sólo una reducida parte de la economía es «científica». Si definimos la ciencia de acuerdo con el eslogan «ciencia es medición», hallaremos que la economía es científica en algunas de sus partes y no en otras. Ésta no es una cuestión que deba suscitar susceptibilidades a propósito del «rango» o la «dignidad» de un conocimiento: llamar ciencia a un campo del conocimiento no debería implicar ni elogio ni denigración (Schumpeter, 1954, p.41).
Como bien dice Schumpeter la respuesta depende porque lo que entendemos de manera generalizada por la palabra «ciencia», la cual no necesariamente tiene absoluta relación con cualquier teoría de Pitágoras respecto a la trigonometría o de Descartes con relación a un plano cartesiano, sino, el concepto abarca una totalidad más general que simplemente derivados o relativos de las palabras «medición», «cuantificable» o «empirismo». Baja esta misma lógica, también se podría hablar de la «ciencia de las letras». Sin embargo, no caben dudas que la economía es mucho más que un método de simple medición numérica. Y más aún, cuando se ve que gran parte de su historia tiene un fundamento más bien moral que científico−matemático, ejemplo, Adam Smith era un filósofo que dictaba clases de moral al igual que toda la teoría escolástica, influenciada por San Agustín, Platón y Aristóteles. De ahí se concluye que no por la mera reflexión económica no existirá una teoría científica y que la respalde en ciertos casos. Al menos eso es lo que ocurrió cuando los intelectuales dejaron simplemente de escribir y se convirtieron en verdaderos consejeros de hacienda como ocurrió en los Estados Unidos, es decir, responsables de las arcas fiscales. Lo cual no tiene diferencias radicales con cualquier teoría filosófica de Suarez, Cantillon, Smith, Bastiat, etc. Porque dos reflexiones de un mismo objeto no las hace a estas divergentes entre sí, al contrario, se respaldan.
Siguiendo con la respuesta a sobre qué es la economía, si método científico o social, debo citar ahora a un liberal chileno discípulo de Courcelle-Seneuil, Zorobabel Rodríguez, el cual escribió un libro denominado "Tratado de economía política" y quien se pregunta lo mismo que Schumpeter. Y finalmente determina:La Economía Política es aquella parte de la Sociología que trata de la Riqueza. Comprende una Ciencia y un Arte.
La Economía Política es aquella parte de la Sociología que trata de la Riqueza. Comprende una Ciencia y un Arte. Considerada por el primero de los dos indicados aspectos la Economía Política puede definirse diciendo, que es la ciencia dé las leyes naturales que rigen la producción, circulación, distribución y consumo de la riqueza. Y por el segundo, diciendo, que es el arte de aplicar esas leyes a uno o más países, en épocas y circunstancias determinadas, á fin de obtener que la producción sea más fácil y abundante, la circulación más expedita, la distribución más equitativa, y más discretos y juiciosos los consumos (Rodríguez, 1894, p.2).
Se puede observar que en los dos casos los autores recomiendan que estas decisiones no son perfectas debido a que estos conceptos son difíciles de definir completamente más aun tratándose de la relatividad de los mismo. Definiciones variadas se podrían encontrar en tratados de política, otro que reflexionó bastante sobre la economía es el sociólogo Max Weber en su fenomenal obra titulada “Economía y Sociedad”, la cual son un conjunto de largos ensayos relativos al tema y su relación con la comunidad desde tiempos ancestrales hasta sus días. Finalmente, Ciencia y Arte, diría Zorobabel, tienen la misma finalidad, sin embargo, una es teoría y la otra pasa a lo concreto.
El repudio a la economía de nuestros tiempos, avalada en gran parte por la falta de una definición convergente de esta, nos ha llevado a los problemas que acaecen los países de manera general en el mundo, pero que sin duda alguna empezó en Europa debido a la irresponsabilidad de los gobiernos y que golpea con mucha fuerza a las clases de menores ingresos, tal es el caso de la superinflación mundial que se avecina pero que ya desde antes de la pandemia hacia estragos por el mundo. Culpar a la pandemia —debido a las transferencias directas por parte de los gobiernos en un contexto de oferta restringida o a la guerra entre Rusia y Ucrania debido a la falta de stock de bienes esenciales— seria ponernos un velo en los ojos y no visibilizar de manera completa el problema. Los cierto es que la pugna central sobre los ejecutivos y los encargados de las políticas monetarias de estas seguirán por largo tiempo hasta que no exista consenso filosófico/científico detrás de la praxis.
Más que certezas este pequeño ensayo pretende dejar un montón de dudas sobre el por qué del rechazo a la economía política, de donde proviene su desprecio en cuanto a ciencia con determinación empírica, cual es el fundamento moral de esta, en fin. Lo cierto es que, como nos dirá Zorobabel Rodríguez hace siglo y medio: “Un error en Astronomía, no llevará perturbación la que menor al sistema del universo, pero la historia nos dice que un error en materia de producción, comercio, monedas, crédito, impuestos, etc., puede llevar a la miseria a millares de familias y ser causa de atraso y empobrecimiento de las naciones”.
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