Del Alessandrismo al Octubrismo

Jorge Alessandri Rodriguez (1896-1986).

 En mi afán por ponerme al día con la historia de Chile me encuentro leyendo un excelente libro de German Gamonal quien fue un periodista titulado "Jorge Alessandri: El Hombre. El Político (1970)". Libro ameno y de fácil y entretenida lectura para aquellos que quieran adentrarse en este personaje que postuló a la Presidencia de la Republica dos veces en su carrera política, en 1970 fue derrotado por Salvador Allende.

Para comprender a Jorge Alessandri es indispensable estudiar a su padre, Arturo Alessandri, denominado "El León de Tarapacá", con quien tenía ciertas diferencias marcadas en cuanto a personalidad. Al padre, quien logró la presidencia en dos oportunidades, se le define como una persona carismática, que hacía llorar y vibrar a la multitud y de encendida y robusta palabra. Su hijo Jorge, al contrario, era más bien taciturno, amante de la soledad, de gesto adusto, parecía casi hosco, pero era esencialmente sentimental. Sin embargo, a pesar de sus radicales diferencias, los dos tienen algo más que una intachable carrera política en común: fundaron el "alessandrismo".

Gamonal define el "alessandrismo" como una corriente política submarina arrasadora, que muchas veces no se aprecia, pero que, en la política chilena, destruyó a todas las ideologías entre el 1920 y 1973. Como anécdota, se cuenta que un dirigente democratacristiano estampó en uno de sus libros la siguiente frase: "Cada chileno tiene adentro una partícula de alessandrismo". El adjetivo no es extraño en un país como Chile dispuesto a poner etiquetas a diestras y a siniestras hasta por el más mínimo acto. Cuestión que al gran Vicente Huidobro no le agradaba y no duda de plasmarlo en su espléndido "Balance Patriótico", con una suerte de nacionalismo comunista. Algo muy extraño. En fin.

Siempre he pensado que la historia de Chile es breve, más aún si contamos el tiempo desde la conformación de la república liberal a comienzos del siglo XIX gracias a la elite local y el pensamiento ilustrado español y luego el francés que forjaron nuestra independencia. Por lo que, si pensamos que el alessandrismo reinó desde el 1920 hasta la caída del gobierno de Allende nos encontramos con muy pocos presidentes o políticos por excelencia que hayan fundado una corriente como la mencionada, lo cual no tiene que ver precisamente con que la familia Alessandri provenga de inmigrantes italianos que lograron cierta posición dominante en nuestro territorio. 

Arturo Alessandri Palma y sus hijos.

   

De esta manera, y haciendo un juego cronológico, entonces, alessandrismo, vendría seguido por el "allendismo", movimiento que resaltaba la figura y el proyecto socialista y democrático de Salvador Allende derrocado por Pinochet. Consecuencia necesaria del allendismo sería el “pinochetismo”, esta corriente de pensamiento resaltaba la figura del dictador en un acto valeroso de salvar a la nación restaurando el viejo Orden Portaliano para ese entonces en decadencia. De la corriente anterior derivamos al “aylwinismo”, pensamiento fundado en la figura de Patricio Aylwin como aquel gran restaurador de la democracia trayéndonos nuevamente el Chile justo, libre y democrático que tanto anhelamos, según sus propias y textuales palabras en su discurso inicial. De Ricardo Lagos me atrevería a decir que también hubo una suerte de "laguinismo", su relevancia radica en transformaciones sociales contundentes en la Transición, además de ser un político que enfrentó directamente a los padres de la Constitución del 80 como Jaime Guzmán y no solo por el mérito de ser un hombre de acción, sino, de ciencia, un intelectual, un político y un científico, en los términos de Weber. De Lagos hacia adelante el asunto no requiere mayor reflexión, sin duda, se fundó únicamente el "bacheletismo", movimiento que resaltaba a la figura popular de la primera presidenta de la nación en Chile, teniendo, con altos y bajos, dos gobiernos (uno mejor que otro), comenzando el sigo XXI.

En la interna de Renovación Nacional se intentó hablar alguna vez del "piñerismo", pero definitivamente fue algo que no resultó, a pesar de tener un buen primer gobierno sobre todo en materia de seguridad y crecimiento, el segundo resultó casi un fracaso, de no ser por el acuerdo del 15 de Noviembre de 2019 que Sebastian Piñera convocó gracias a encendidas y multitudinarias marchas para dar paso a una reforma que habilite plebiscitar una nueva constitución en reemplazo de la del 1980, de la cual, seguramente Piñera era pariente, lejano o cercano, pero pariente en definitiva. 

"Los borradores, en definitiva, sirven para eso, reflejar la primera intensión que se quiere plasmar"
¿Que hay ahora? Hablar de un "boricnismo" sería apresurado, debido a que el presidente Gabriel Boric lleva poco tiempo dirigiendo el país y no ha logrado aun sacar adelante las reformas estructurales sobre las cuales sentó su programa de gobierno. Sin embargo, hablar de un “octubrismo” o "noviembrismo" me parece completamente adecuado y razonable por estas fechas. El octubrismo ya es parte de nuestra historia presente, queramos o no, estamos impregnados. El ambiente se siente en el aire, en los centros de las regiones más grandes, en las pláticas políticas familiares, de trabajo, universitarias, etc. Se ha vuelto parte de nuestra raigambre. Sin embargo, no solo la discusión constitucional, sino, ese ambiente de violencia extrema visto a finales de 2019 y que el borrador de la Convención Constitucional iba a impregnar en la Nueva Constitución y que pecaba de lo mismo respecto a la de Pinochet: una violencia no explícita, mas bien, implícita. Si bien, el borrador final modificó su preámbulo, siempre nos va a hablar de una intención primera. Los borradores, en definitiva, sirven para eso, reflejar la primera intensión que se quiere plasmar.

El octubrismo, que podemos tomar como sinónimo de noviembrismo, se ha vuelto una corriente política que todo lo puede. Sin ella, nos dirán, todavía Chile viviría bajo la esclavitud neoliberal que nos azotaba, negando así la modernización de Chile en las últimas décadas y de la cual Pinto y Encina hubieran quedado anonadado. De un tiempo a esta parte hemos olvidado el eslogan que esto verdaderamente representa y nos puede jugar en contra en el futuro: de la violencia como método de acción política se deriva la ley y el derecho. Una violencia inusitada que hoy se ve como pan de cada día en el país, de donde deriva el sentimiento de inseguridad y miedo de la población. “Miedo en Chile (1985)” libro de Patricia Politzer resulta ser, a pesar de las distintas opiniones y perspectivas, una realidad cada vez mas constante en nuestro país.

No puedo terminar este ensayo sin mencionar como el octubrismo se presenta, incluso desde mucho antes del 2019, en las universidades públicas. Me es lícito mencionar aquí a un visionario, artífice de las tesis de decadencia de las universidades (e instituciones públicas en general), principalmente el Congreso y la Universidad de Chile. “La Escuela Tomada (2015)”, libro del profesor Alfredo Jocelyn-Holt, refleja muy bien lo que ha venido ocurriendo en estos espacios públicos que se han ido transformando en verdaderas trincheras de brazos reaccionarios como métodos para ejercer la violencia política y lograr que sus ideas, a través de personas, toquen las esferas del poder. Todo lo anterior es avalado por profesores, decanos, rectores y funcionarios en general que están dispuesto a todo por el juego de la autoridad. Aunque esto signifique, en el caso de la universidad, degradar la propia institución de Bello junto a ese hermosísimo discurso de inauguración el día 17 de septiembre de 1843 y que hoy se ve tan lejano debido a políticos de acción que están dispuesto a todo por hacerse con sus ideales, eso sí, más por la fuerza que por la razón:

“La libertad, como contrapuesta, por una parte, a la docilidad servil que lo recibe todo sin examen, y por otra a la desarreglada licencia que se rebela contra la autoridad de la razón y contra los más nobles y puros instintos del corazón humano, será sin duda el tema de la Universidad en todas sus diferentes secciones (Bello, 1843)”.

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